domingo, 4 de febrero de 2018

Roquetas de Mar: un destino turístico en horas bajas

En este primer mes del año, más vinculado a la muestra turística de Fitur que a la otrora cuesta de enero, puede ser un buen momento para que los políticos locales dediquemos parte de nuestro tiempo a reflexionar sobre este importantísimo recurso de riqueza local y sus perspectivas futuras. Como el municipio que me ha visto nacer y crecer es Roquetas de Mar, y del que creo conocer algo de su reciente historia en esta materia, y poder analizarla.
Roquetas de Mar fue un destino turístico de primer orden a nivel internacional y durante largos años una indiscutible fuente de riquezas que dio de comer a muchas familias en el municipio. Los que tuvimos la fortuna de vivir, trabajar y disfrutar de las urbanizaciones de Aguadulce y Roquetas el último cuarto de siglo pasado, nunca olvidaremos los momentos vividos y nunca estaremos suficientemente agradecidos a la vida por habernos permitido vivirlos. Eran años en los que la ‘Urba’ era pura efervescencia en sus calles y locales, de noche y de día; una torre de Babel que enseñó a hablar inglés, francés, holandés y hasta alemán a chavales que a duras penas habían aprendido las cuatro reglas en la escuela y que de la noche a la mañana se convertían en alegres camareros y serviciales recepcionistas. Eran años en los que el descanso no estaba reñido con la diversión, porque en aquella época en la ‘Urba’ el residente local vivía en el aislamiento y tranquilidad de su chalet, lejos de hoteles y apartamentos.

Vista con la perspectiva de los años, no es difícil comprender qué ha ocurrido para que nuestras urbanizaciones hoy languidezcan lentamente. Creo que tres han sido los factores fundamentales que nos han llevado a la situación actual: Por un lado, el hecho histórico de la unificación monetaria de Europa, que con la implantación del euro eliminó el factor competitivo del cambio de moneda que hacía atractivo nuestro destino. En segundo lugar, y unido a lo anterior, aparecieron en escena nuevos destinos turísticos en países exóticos más económicos. Pero fundamentalmente, y aquí está la clave de todos los males que hoy padecemos y que nos han hecho perder comba con respecto a otros municipios turísticos, ha sido la nefasta planificación del urbanismo que el Partido Popular ha llevado a cabo desde que en el año 1995 Gabriel Amat accediera al Ayuntamiento, años antes como concejal de Urbanismo y a partir de ese momento como alcalde.

Una planificación urbanística que ha conseguido asfixiar un entorno turístico que debió quedar al margen del desarrollo inmobiliario y que ha convertido a las urbanizaciones de Aguadulce, pero fundamentalmente a la de Roquetas-Las Marinas, en enclaves mixtos a la vez turísticos y residenciales, con los problemas y molestias que ello conlleva. Cabe preguntarse ¿realmente es apetecible para un turista que se siente agobiado en su ciudad y desea tomar unos días de descanso acabar yendo a un destino turístico donde le espera más de lo mismo? ¿Qué alternativa le estamos ofreciendo?
El caso de Aguadulce el sector hotelero ha quedado reducido a una expresión casi testimonial. Por su parte la Urbanización de Roquetas es hoy un complejo inmobiliario obsoleto y descuidado, en el que malamente convive el turismo con la población residente, que en verano suele quejarse por los ruidos, la falta de aparcamientos y, paradójicamente, por la presencia turistas.
El nuevo Plan General Urbanístico de 2009 ha sido un grandísimo error y una oportunidad desaprovechada de convertir Playa Serena II en la ‘Urba’ del siglo XXI. La falta de luces y el afán por favorecer la especulación urbanística ha llevado al Partido Popular a malograr la última oportunidad de actualizar y modernizar la oferta turística de Roquetas en el segmento de sol y playa, haciéndola compatible con el entorno natural del emplazamiento. La amplitud de este habría permitido echar a volar la imaginación de más de un arquitecto paisajista, que habría imaginado un destino turístico exclusivo y de alta calidad, con entornos peatonales, plazas interiores, complejos hoteleros atractivos visualmente, callejuelas pintorescas y gran diversidad de servicios y ofertas complementarias de ocio y diversión para todas las edades.

Todo ello sin olvidar un concepto turístico completamente trasnochado, en el que el Ayuntamiento ha olvidado cuestiones imprescindibles para un cliente europeo como son la existencia de un transporte público moderno y eficiente o una oferta de actividades que vaya mucho más allá de la tradicional de ‘sol y playa’. Tampoco se ha aprovechado aquello que nos hace diferentes. ¿En qué se diferencia Roquetas de cualquier otro destino mediterráneo? ¿Qué tiene que ofrecerle diferente al turista para convencerle de que venga? Esas son las preguntas que habría que haberse hecho para evitar caer en la etiqueta de turismo ‘low cost’ que tenemos ahora. El visitante no viene porque Roquetas de Mar tiene más encanto y mejor y más original oferta que otros destinos, sino sencilla y llanamente porque es uno de los más baratos, y vendrá hasta que otros destinos más baratos aún vuelvan a ser atractivos.
Lamentablemente hoy tenemos lo que nos merecemos, y una cosa está clara: quien nos ha arrojado al fondo de este profundo y oscuro pozo no va a ser el que nos saque de él, porque por alguna razón nos empujó.  Esta es la misma razón que nos lleva a mostrarnos contrarios al desarrollo urbanístico de Las Salinas tal como vuelve a concebirlo Gabriel Amat y sus empresas amigas. No es ese el modelo de atractivo turístico que necesitamos ni es el Partido Popular el llamado a ofrecer la última oportunidad al turismo en Roquetas de Mar. El tiempo se agota y nuestro turismo agoniza, Roquetas necesita salir de la UCI y no la va a sacar el equipo médico habitual que hasta ahora la atiende, porque ya ha demostrado su impericia e incompetencia.

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